Son más de 400 millones los/as niños/as que en América Latina, Asia y África (principalmente) se convierten en esclavos/as por diferentes razones.
Indirectamente la esclavitud infantil forma parte de nuestras vidas, porque todos/as, en mayor o menor medida, consumimos objetos que han podido ser fabricados por niños y niñas esclavos/as, o alimentos recolectados por pequeñas manos que deberían estar jugando o aprendiendo.
El 16 de abril se conmemora el asesinato del niño IQBAL MASIL, quien fue vendido a la edad de 4 años por su padre para garantizar una deuda de 600 rupias, deuda que no se pudo pagar por el incremento constante de intereses, lo que supuso que IQBAL pasara su infancia trabajando en régimen de semiesclavitud. IQBAL pudo escapar de la fábrica a los 10 años, y en vida se convirtió, pese a su juventud, en un activista contra la explotación laboral infantil, hasta que el 16 de abril de 1995 fue asesinado, mientras conducía su bicicleta en las calles.
La Organización Internacional del Trabajo de Naciones Unidas, intenta desde hace años (sin éxito, obviamente) definir y reglamentar el trabajo infantil mediante la estipulación de la edad mínima para la admisión a un empleo.
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